Saturday, March 02, 2024

2 poemas de Diana Bellessi

Malabar

Sobre la blanca helada en los fondos

que ahora roza el sol de la mañana

baila la luz de fuego en el espejo

de hielo y se desliza en él un silbo

de patinador fantasma que hace

círculos o volutas en el aire

y se pierde en el monte del vecino

juntando leña imagino o resaca

de los cipreses y los pinos y es

la melodía que tirita pura

magia donde se montan los cucúes

de las palomas y un tanto después

todo el concierto que más bien parece

un silencio con plumas o un gorjeo

de terciopelo sobre la helada

haciéndonos despertar y decir

bajito al corazón del invierno

llegaste ya y sabremos si tenés

el malabar de gracia de las cosas

más pequeñas que sueñan como el silbo

fantasma el dulce y lejano calor

de un verano incierto


*

Arte ni parte

Demora el cuerpo su sintonía y más aún

demora la mirada en él, mirada que siente

lo que ve mas perdida en exceso de belleza

y dormida todavía en la bonanza,

nada ve,

visito al Tata en las mañanas y me quedo

mirando como trabajan, el Mario y él,

en la magia de las cumbreras y las tijeras

el invisible tejado se levanta

de aire todavía

bajo las ondas de los sauces y la charla

va de clavo en clavo y giros de la olorosa

madera mientras el Tata enseña, así, o asá,

y los sutiles movimientos del Mario,

lánguidos me hipnotizan como si una calma chicha

aquietara el cuerpo y también la mente

y no hubiera más

porqué que el del presente,

clavarla bien y cepillar la madera hasta que quede la seda

de su tacto, la seda del silencio rozada

por la brisa o el quiquiriquí filoso de un gallo,

replegada en este mundo que conozco tanto

o conocí de niña y se renueva siempre

la afinidad con lo amado, empiezo a oír,

a ver, y así las frases vuelven como corderos

al atardecer, de forma tal que ya no temo

si anacrónicos son mis poemas, si me debo

al presente o si ya fui, ni siquiera temo

a esa palabra mala de la que ahora habría

que huir como de un perro sarnoso:

lírica,

su fragilidad sí, su intemperie entregada

a cielo abierto, íntima, sin reparo ni cumbrera



Un lugar en el mundo - Diana Bellessi


Habiendo visto al biguá de ébano con su pico blanco
bucear en las orillas sumergiéndose en arco pálido
para desaparecer luego bajo el leonado río
cuando la noche llega, me pregunto qué más nos queda
que no sea la apreciación de tal belleza ganada
poco a poco en la necesaria invención de los años
para dar a su cuerpo y a sus gestos el movimiento
preciso, y no es un atleta, es un biguá único
y cualquiera atravesando el río bajo la uña fina
de la luna en este anochecer donde yo me pregunto
qué merecemos, qué afinamos nosotros en la campana
del mundo y me digo: la apreciación, mientras recuerdo
la otra cara insatisfecha reclamando un poder
que es inmolación, inhábil tratativa con el tiempo
o belleza de la acumulación que nos deja huérfanos
de la propia vida, no gastada en la superficie
sedosa del agua sin guardarnos nada para luego
dejarnos ir en esa oscuridad sin fin de la noche
como los peces que come el biguá, como el biguá mismo
a quien devora el río mientras aprecio su perfección. 



Friday, March 01, 2024

Sin alcanzarle el sentido - Diana Bellessi


Hoy es 9 de julio y en mi país
le dicen Día de la Independencia
como si hubiese sido así 
y no anduviéramos
aún independizándonos siempre 
y sin lograrlo
de la maldita hambruna 
que encadena estos de aquí y a los de afuera

Mientras ellos festejan 
con cinta blanca y celeste
es la pena más negra la de la panza vacía 
negros los dientes careados
la bronca negra y negro el aliento 
del que no tiene trabajo

Señores tan trajeados
pidiendo palo al grito de
'saquen ya a estos negros'
y que se mueran solitos 
dónde nadie los ve.

Qué me querés
qué no más ha sucedido
sin alcanzarle el sentido
a la dicha 
a la Independencia de mi país.

Blanco y celeste 
sobre el lomo de la historia
que se vuelve roja, 
aunque les pese, cortando puentes 
y no la muerte a escondidas 
donde el 9 se acomoda en su mentira
noventa veces nueve 
y se festeje algo
sobre la tierra.




Saturday, February 24, 2024

Desperté - Mary Oliver


Desperté
y me deslicé
como un gato

con pasos silenciosos
en mi propia casa- 
para

mirarte
mientras dormías,
tu pelo

disperso sobre la almohada,
tus ojos
cerrados,

tu cuerpo
a salvo y solitario,
y mis puertas

cerradas para tu seguridad
y tu comodidad.
Lo hice

pensando que me entrometía,
pero deseando ver
la cosa más maravillosa

que jamás ha habido en mi casa.



I. Burnt Norton - T. S. Eliot

I

El tiempo presente y el tiempo pasado
Acaso estén presentes en el tiempo futuro
Y tal vez al futuro lo contenga el pasado.
Si todo tiempo es un presente eterno
Todo tiempo es irredimible.
Lo que pudo haber sido es una abstracción
Que sigue siendo perpetua posibilidad
Sólo en un mundo de especulaciones.
Lo que pudo haber sido y lo que ha sido
Tienden a un solo fin, presente siempre.
Eco de pisadas en la memoria,
Van por el corredor que no seguimos
Hacia la puerta que no llegamos nunca a abrir
Y da al jardín de rosas. Así en tu mente
Resuenan mis palabras.
Pero no sé
Con cuál objeto perturbamos el polvo
Que vela el cuenco en donde están los pétalos
De rosa.
Y otros ecos
Habitan el jardín. ¿Vamos tras ellos?
De prisa, dijo el pájaro: encuéntralos, encuéntralos,
Al dar vuelta a la esquina, tras la primera puerta,
En nuestro primer mundo. ¿Vamos en pos
Del engaño del tordo? En nuestro primer mundo.
Allí estaban, solemnes, invisibles;
Se movían sin premura sobre las hojas muertas,
Bajo el calor de otoño, en el aire vibrante.
Y el pájaro silbó en contestación
A la inaudible música oculta entre las plantas
Y el destello de una mirada no vista cruzó el espacio.
Porque las rosas tenían aspecto de flores contempladas.
Eran como nuestros huéspedes, aceptados y aceptantes.
Así pues, avanzamos, y ellos, en procesión formal,
Caminaron también por el desierto sendero
Hasta llegar a la rotonda con el seto de arbustos.
Y miraron entonces el estanque drenado.
Seco el estanque, seco el concreto, pardos los bordes.
Y se llenó el estanque de agua solar,
En silencio, en silencio se alzaron lotos,
La superficie brilló desde el corazón de la luz
Y ellos quedaron tras nosotros reflejándose en el estanque.
Luego pasó una nube y se vació el estanque.
Váyanse, dijo el pájaro, porque las frondas estaban llenas de niños
Que alegremente se ocultaban y contenían la risa.
Váyanse, váyanse, dijo el pájaro: el género humano
No puede soportar tanta realidad.
El tiempo pasado y el tiempo futuro,
Lo que pudo haber sido y lo que ha sido
Tienden a un solo fin, presente siempre.




Thursday, February 22, 2024

2 poemas de Diana Bellessi

Las cosas parecen ser lo que hemos decidido son


Un perro cimarrón cruza los fondos

buscando rastros de algo o alguien quizá

tan huérfano sin dueño y sin manada

se lo ve a la intemperie del monte

y la mañana gris, "que los perros sean 

libres como los pájaros" dijo

el vecino ayer pero ser libres qué es,

y soy el perro o mi opinión del perro

de a ratos sola como un perro

campanea el refrán la mirada

en los fondos de la casa y un jilguero

entre las ramas agita sus alitas

salta come caga como si fuera

feliz. Mudo el perro y el jilguero canta.


***


La cara oculta


Misterioso es siempre ver el otro lado

como un doblez que no crece aunque empuja

a la superficie indicios de belleza

o de pánico para recordarnos algo

ahí guardado, escapulario que reza

lo bueno está en todas partes y así

lo malo, pero antes, pero ahora quisiera

fijar los ojos en semejante cosa

oculta que me llena, no sé, de dulzura

pienso. Estos hombres, obligándose

siempre a parecer tan duros, obligados

quizá a esconderse como lo hace la luna

con una de sus caras y de repente

la muestran, hoy el Juanchi, tijera en mano

dispuesta para la poda veraniega

se detuvo en seco frente al manzano

y dijo quedo: un nido hay, con pichones

de zorzalito, voy a esperar que crezcan

Ahí se hace silencio, como si fuera

religiosa vergüenza o pavura acaso

o simplemente rendición ante el milagro

Tanto de madre en cada varón liberto

aunque un poco asustado, no pueden más

y a veces yo tampoco, sí señor, o usted  

señora cuentemé, no le pasa a veces?

¿Qué?,

el otro lado de las cosas simplemente.





Sunday, February 18, 2024

El odio - Wisława Szymborska

Miren qué buena condición sigue teniendo
miren qué bien se conserva
en nuestro siglo el odio.
Miren con qué ligereza vence los grandes obstáculos.
Qué fácil para él saltar, atrapar.

No es como otros sentimientos.
Es al mismo tiempo más viejo y más joven.
Él mismo crea las causas
que lo despiertan a la vida.
Si duerme, no es nunca un sueño eterno.
El insomnio no le quita la fuerza, se la da.

Con religión o sin ella,
lo importante es arrodillarse en la línea de salida.
Con patria o sin ella,
lo importante es empezar a correr.
Lo bueno y lo justo al principio.
Después agarra vuelo.
El odio. Es el odio.

Su rostro lo deforma un gesto
de éxtasis amoroso.

Ay, esos otros sentimientos,
debiluchos y torpes.
¿Desde cuando la hermandad
puede contar con multitudes?
¿Alguna vez la compasión
llegó primero a la meta?
¿Cuántos seguidores arrastra tras de si la incertidumbre?
Arrastra solo el odio, que sabe lo suyo.

Talentoso, inteligente, muy trabajador.
¿Hace falta decir cuantas canciones ha compuesto el odio?
¿Cuántas páginas de la historia ha numerado?
¿Cuántas alfombras de gente ha extendido,
en cuántas plazas, en cuántos estadios?

No nos engañemos,
sabe crear belleza:
espléndidos resplandores en la negrura de la noche.
Estupendas humaredas en el amanecer rosado.
Difícil negarle patetismo a las ruinas
y cierto humor vulgar
a las columnas vigorosamente erectas entre ellas.

Es un maestro del contraste
entre el estruendo y el silencio,
entre la sangre roja y la blancura de la nieve.
Y ante todo, jamás le aburre
el motivo del torturador impecable
y su víctima deshonrada.

En todo momento está listo para nuevas tareas.
Si tiene que esperar, espera.
Dicen que es ciego. ¿Ciego?
Tiene el ojo certero del francotirador
Y solamente él mira hacia el futuro
con confianza.



Saturday, February 10, 2024

Hay verbos que en realidad no tienen pasado - Ariel Williams


11
Desolación. Haberse quedado sin sol. Una vez amé. Lo digo solamente ahora. Para aportar un dato, nada más. Aprendí una vez a amar. ¿Cómo se aprende eso? No hay un método para amar. No voy a volver a enamorarme, entonces.
Ser amado. Su ausencia es ausencia mía. No estar en “mis” pensamientos. Viene un viento. Sopla y trae tierra a la ciudad. Una cortina de tierra tapa las casas, los perros, los chicos. Pasa seguido en esta ciudad mediana. Se va el sol. Tierra tapa el ser que se amó. Las manos amadas estaban cosiendo. Fueron tapadas por la tierra. La cara amada miraba por la ventana. Tierra. La voz amada escuchaba diciendo una canción. Vino la cortina de tierra y silenció el mundo.
Método.
Hay verbos que en realidad no tienen pasado.

20
Ninguna conversación. Encerrado en mi casa. Junto al calefactor. No hay descanso. Mi cabeza es un pueblo salvaje. Como si pasaran gatos haciendo ruido en el techo. Pensar. Dios podría haber venido. Por la calle pasan chicos gritándose. En el tumulto de las sensaciones. No hay un pescador. Peces plateados a una velocidad infernal. Ni siquiera los veo bien. Ni siquiera estoy seguro de que sean peces. Ni siquiera estoy seguro de ser yo el que los ve.
Quén es mis ojos. Estoy en una mirada que no soy. Y no por la famosa sospecha. No. Sino porque yo estoy en unos ojos que no son yo. Quién produjo los ojos en el mundo. Qué ser extraño y pacífico  se alió de golpe con otro ser y se fue haciendo sus ojos. Todavía hay algo de ese ser foráneo en los “míos”.

23
Cuatro preceptos. No muchos. Porque muchos preceptos multiplican los gusanos.
Primero: no admitir ningún pensamiento hasta que haya llegado por lo menos al estómago. O al hígado. En general, después de unas cutrocientas treinta zancadas y tres vasos en el bar. Momento de la tarde en que se asume que el pensamiento está ahí.
Segundo: dividir al pensamiento en tantas zancadas y vasos como se sienta necesario para poder ser uno mientras dura su transcurso.
Tercero: dirigirlo ordenadamente hacia su fin. El final de un pensamiento es como el de una persona: de la cabeza al ano, de los pies a la boca. Lo que se dice se camina.
Cuarto: si el pensamiento viene muy complejo, apurarlo de un solo trago.

34
Nada que temer ni que esperar después de esta vida. Lo mismo que las moscas y que las hormigas. Los espíritus animales. Van por nuestros cuerpos desiertos dando vida. Yo nunca fui hermoso. La gente hermosa, qué misterio. Qué espíritus la atraviesan. Todos queremos tocar, ver, besar. No hay nada detrá de esa belleza. Salvo un ser que también tiene miedo. Cosas parecidas. De dónde vienen los pensamientos. ¿De inmensos espacios celestes? ¿De la nada? ¿De un espíritu animal? O son animales mismos, alargándose y saliendo de nosotros. Pasándonos, venidos de otro lado. Las personas hermosas. Qué sé yo si no son seres pálidos que cargan tenias.
La hermana prima entra al agua. Sola. Hermosa. Nadando hasta el centro del río. La veo desde la orilla. El sol la sigue. Ojo alto. Quiere saber. 


Fragmentos de Discurso del contador de gusanosEl suri porfiado, 2012.



Contra la locura - Soledad Castresana

CRECIDA

Sabemos que los muertos flotan, pero no sabíamos que el agua
tuviera tanta fuerza. Arrancó de los cuerpos las raíces, las flores. Se
fue tragando la tierra.
Desde entonces, nosotras velamos la orilla, hundimos los brazos en
la corriente. Y el río, cada tanto, nos devuelve algunos restos.



MAREA BAJA

Estos hijos que pariste sin llanto descienden de las piedras del mar,
por eso son fríos y no saben hundir la boca en tus pezones. Dejalos
morderte. Que traguen el aire de tus pulmones maduros. Si das todo
de una vez, pasa más rápido.



LOS SECRETOS

Un rayo me quema el borde de la boca. Busco las flores del estanque
como bálsamo. No me hundo. Me entrego al vaivén de las raíces.
Hace frío y ya no hay animales cerca. Parece imposible alojar tanta
agua en un espacio así de oscuro. Pero es cierto.



LAS PIEDRAS

Los perros alzan su llanto al cielo como nosotras buscamos la razón
de las piedras que nos hunden. Todo lo que está cerca es puro. El
agua es tibia. Flotar debía ser fácil, abrir las manos y entregarse.
Pero el que podía enseñarnos sobre la profundidad arrojó su peso
sobre nuestro peso y nos mira desde el borde junto a otros animales.



LA CERTEZA

Como cuando en la oscuridad los ojos se adaptan a ver en las
sombras el contraste de grises y texturas para adivinar los filos y
las puntas de las cosas, así nosotras, envueltas en la noche de nuestro
cabello, nos entregamos a los hijos siempre hambrientos con la
certeza de que un día va a pasar un hilo de luz que volverá la casa a
su antiguo espesor.



CACERÍA

Nos dijeron que heredamos la lengua y las marcas de la piel, pero
nada dicen todavía del silencio que crece en nuestra casa como un río.
Afuera andan sueltas las palabras con los tigres y en el jardín sólo
hay piedra.
Nosotras no queremos esperar lo que es incierto. En cuanto baje la
luz, soltaremos los perros.



NO ES UN JUEGO

Es como si cada pulso de la materia hubiera encontrado su sonido,
la cuerda única que vibra con la sombra del aire.
Es la madera que cruje, me decían cuando era hija. Pero ahora sé que
hay más entre el ruido y lo que escucho. Me aferro a este trance. Ya no
voy a dormir hasta encontrar las correspondencias. 



TODOS DUERMEN

El viento y la lluvia han montado por sorpresa una ópera ciega. Bajo
la tierra nacen ríos oscuros.
Yo escucho cómo los árboles se arrancan las ramas para seguir de
pie y vigilo que no se nos suelten las raíces de la casa. Los demás,
todos duermen. 



EL ARTE DE TEJER

Estoy con mis abuelas. Las peino, les pongo flores de colores en el
pelo y collares de oro blanco. Las cargo en brazos y las llevo al sillón
frente a la ventana. Es un solo cuerpo pero son las dos. Cada una
con su peso.
Antes de irme, les arreglo la ropa y dejo las agujas cerca. Todavía no
recuerdan cómo hablar. Entonces, tejen.




Dedicatorias - Ámbar Past


Dedico este poema a los hombres que nunca se acostaron conmigo.
A los hijos que no tuve.
A los poemas que nadie escribió.
Dedico este poema a las madres que no amaron a sus hijos.
A las que murieron en hoteles
sin que nadie les acompañara.
A los poetas que viven olvidados en alguna antología.
Al poeta en su velorio con su boca cerrada para siempre.
Lo dedico al autor de las pintas en los muros.
Al torturado anónimo.
Al que nunca dijo ni su nombre.
Dedico este poema a los que gritan de dolor y también a las parturientas.
Lo dedico a las suicidas.
Al que lava cadáveres.
A las mujeres que se acuestan con todos.
A los que siempre duermen solos.
Dedico este poema a los que no frecuentan cafés ni piscinas ni saben hablar por teléfono.
A los que no entran en los bancos ni salen en la tele.
A las de primaria vespertina que reciben declaraciones de amor con faltas de ortografía.
A los poetas que nunca comienzan a escribir.
A las que no se atreven a opinar ni a levantar la voz.
A las que no pueden estar felices sin el consentimiento del macho.
A las que duermen con sus delantales puestos y piensan en el quehacer mientras sus maridos eyaculan prematuramente.
A las que tortean en jacales y no tienen sillones.
A los que arrullan a sus hijos en tzotzil y traen mugre bajo las uñas.
A los pepenadores.
A los que chaporrean siembran nopales y comen tortillas con sal.
Al sereno que también trabaja de día.
A la de la chancla rota que tiende cien camas cada mañana.
Al viejo sin dientes que merca chicle en la playa.
A los que viajan parados a la tierra del cacao.
A las que traen las caras negras y la cicatriz del llanto en la sordera.
A la que da el pecho a su hijo en el cañaveral.
A los que buscan el arco iris en el aceite de los charcos.
A la que chapotea en las cascadas y se moja el pelo con agua de lirios.
A los remeros que inventan el canto con sus brazos.
A los que lavan el nixtamal bajo la lluvia.
A las que acarrean el agua en cántaros y caminan por la carretera.
A la niña viendo luciérnagas.
A la niña con el candil en la mano.
A los chamacos que saltan con el rastrojo en llamas.
A los que corren sobre el fuego entierran a sus muertos en la cocina y cantan entre los escombros.
Al que engaña a su muerte en la cama de los moribundos.
Al que baja de los cerros para no quemarse con las estrellas.
Al que agarra la mano de la muerte y baila con ella.
A las que tienen muchas nueras y cargan iguanas en sus cabezas.
A los colochos que venden nieve en tierra caliente.
A los camaroneros divisando el cometa de madrugada.
Al que arremanga su camisa y pide un hacha.
A la que vende tamal de bola, de mumu y chipilín.
A los que cortan elote tierno para comerlo crudo y amarran la pata de perro que roba pollo.
A los que hacen las maracas y matan por amor.
Al que se avienta al hoyo en el entierro de un amigo.
Al poeta que no puede bajar del techo por estar tan enamorado.
Al que hace lo que puede.
Dedico este poema al hombre encadenado.
A los niños golpeados.
A los hijos de alcohólicos.
A las que cuidan a las criaturas de otros y ven a las suyas cada quincena.
A la que trapea en el colegio y no sabe firmar su nombre.
A las que comen en la mesa del hospicio.
A los tullidos que se acurrucan junto al horno en alguna panadería.
A los que atienden los baños públicos y barren las calles al amanecer.
A las que bailan en cabaretes y están hartas.
Dedico este poema al amasador de adobes que muere en la casa que construyó para otro.
A los que se escaparon de noche cuando el volcán sepultó su iglesia.
A los vecinos que ya enterraron a sus hijos uno tras otro como los años que pasan.
A los que han tenido que vender a sus hijos su sangre y su sexo.
A los que nada tienen que perder.
Dedico este poema a los peones acasillados que invaden las tierras del patrón.
A los que cavan túneles debajo del dinero.
A los que preden lumbre al ingenio.
A los que no echan sombra y sin luna dinamitan los puentes.
A los de trece años que se van a la guerrilla
y conocen mujer por primera vez en la montaña.
Para los dos heridos.
Para Las Pelonas.
Al tacuazín de Olga.
A los chuchos apaleados.
A niños que nacen en países donde la verdad está prohibida por la ley.
A los que han adoptado otro nombre y llevan años sin saludar a la familia.
A los que nunca durmieron en la misma cama y comparten la fosa común.
Dedico este poema a la madre que busca a su hijo en el anfiteatro
entre otros poemas decapitados.
A la que no puede decir cuál cadáver es el suyo
y se despide de cada uno con un abrazo.



Wednesday, February 07, 2024

Uno de Elena Annibali

muchas veces fuimos pobres
no había dinero para ropa o música, pero
el taladro magnífico de dios
caía contra la mañana
las palomas se desbandaban
como si vieran
la comadreja o el halcón
un pedazo de mí entraba en la amargura
como en el pozo del molino
donde la serpiente infectaba
el agua de beber
yo tenía pocos años y ya era
rigurosamente anciana
sabía que el altísimo podía aplastarme la cabeza
enfermar nuestras ovejas
quitarnos el verano, la poca dicha
pero igual miraba siempre para arriba
y bajito decía
que sí, señor, venga a mí la destrucción
lo que deba venir
soy tu surco, señor,
soy tu surco


De La casa de la niebla, Elena Annibali





Un mensaje de Lestido

"Hoy pensaba que lo que importa es lo que uno hace con lo que recibe. Reconocer lo bueno, desarrollarlo, darle espacio. Y ver lo malo no para autojustificarse o criticarlo o quejarse, sino para transformarlo. Saber que esa será la médula en la batalla que uno librará en esta vida. Ver lo malo en uno".

Antártida Negra, Adriana Lestido (2017)



Tuesday, February 06, 2024

La revolución no va a ser por internet

Me gusta